
Una geopatía –área geopática– es una zona de terreno en la que, debido a la concurrencia de uno o varios factores ambientales o telúricos (líneas de agua subterránea, desequilibrio telúrico, fallas, emanaciones de gas, contaminación electromagnética, etc.), no se alcanzan los niveles mínimos energéticos requeridos para considerarla saludable para vivir o trabajar en ella.
No debemos pensar que estas redes telúricas se encuentran en la naturaleza para dificultarnos la existencia, de hecho son imprescindibles para que exista la vida. El campo de energía de la Tierra es mucho más complejo que el nuestro ya que se compone de múltiples campos de energía más simples (emanación telúrica, campo eléctrico, magnético, gravitatorio, calórico, carga eléctrica y resonancia electromagnética de la atmósfera, campos de origen cósmico, etc.). Todos nosotros vivimos, de hecho, dentro de una compleja combinación de estos campos energéticos de origen muy diverso donde el equilibrio entre todos ellos es la clave fundamental para lograr zonas energéticamente aptas para la vida.
¿Qué enfermedades puede ocasionar una geopatía?
Las geopatías actúan principalmente sobre el sistema inmunológico y por tanto no provocan unas enfermedades determinadas, sino que su ámbito de actuación afecta a las partes más sensibles de nuestro cuerpo, dando así como resultado toda clase de enfermedades. Estas, tanto pueden ser leves (insomnio, migrañas, trastornos intestinales,…) como graves (cáncer, leucemia, esclerosis, …). Estudios estadísticos indican que un 85% de casos clínicos de enfermedades crónicas y degenerativas corresponden a personas que habían estado expuestas a algún tipo de geopatía intensa durante un periodo prolongado de tiempo.