Que el entorno afecta a nuestra salud es algo obvio. Sin embargo, no son tantas las personas conscientes de hasta qué punto esa afirmación es real. Y es que todos estamos sometidos en nuestra vida diaria a corrientes subterráneas, problemas telúricos, radiaciones solares contaminación atmosférica, campos eléctricos y electromagnéticos, ruidos, materiales radiactivos y cancerígenos… Factores a tener en cuenta porque son fuentes de desequilibrio.
Existen múltiples evidencias de que nuestros antepasados eran maestros en el arte de la geobiológica, y vivían en total armonía con su entorno. No es por casualidad que los lugares más sagrados de la humanidad (monumentos megalíticos, pirámides, templos, catedrales,…) estén situados en zonas de fuerte actividad telúrica y alta concentración energética. Las antiguas civilizaciones conocían de la existencia de este tipo de energía, se basaban en el conocimiento de los puntos y lugares de la Tierra en los que las energías y las vibraciones electromagnéticas fuesen positivas, usaban la geomancia, observaban el terreno, se valían de instrumentos destinados para ello, de la sensibilidad energética y telúrica de los animales y de las personas preparadas y dedicadas a estas técnicas y labores.
¿Que es la Red Hartmann?
De la tierra emana una complejísima radiación constituida, de una parte, por las energías telúricas y electromagnéticas propias del planeta y, de otra, por las energías y radiaciones cósmicas que él refleja o refracta.
De igual forma la tierra posee redes energéticas, con unos puntos de emanación más fuertes que otros, ciertas zonas geográficas podrían considerarse focos energéticos.
En la tierra observamos el fenómeno de absorción, almacenamiento y transporte de energía, relacionado directamente con la climatología, las corrientes oceánicas, los cambios estacionales, las mareas, etc. que se caracterizan por su uniformidad y equilibrio
El sistema de franjas de radiación, consideradas como líneas de fuerza del campo magnético terrestre y llamadas «red H» o «red de Hartmann» en honor a su descubridor, Ernst Hartmann, son como paredes invisibles desde la tierra hasta la ionosfera, y su efecto se manifiesta hasta el piso más alto de un edificio, atravesando cualquier tipo de material. Convergen toda una serie de factores distorsionantes, como una mayor ionización, mayor incidencia de radiación cósmica, mayor presencia de radiaciones gamma, mayor afluencia de neutrones desde el interior de la tierra, mayor presencia microondas, etc.
El origen de la red Hartman se atribuye al campo magnético y eléctrico terrestre, (por lo que muchos la consideran como el sistema nervioso de la tierra) Hoy en día resulta más nociva que antaño porque la tierra la utiliza también para canalizar el excedente de campos electromagnéticos artificiales creadas por el hombre (conocido como electro-smog).
Estas radiaciones se originan, por vetas de agua terrestre y fallas geológicas y por un sistema de franjas de radiación que se consideran como las líneas de la fuerza del campo magnético de la tierra.
De la diferencia de potencial, producida por las cargas negativas presentes en la superficie de la Tierra y de las positivas contenidas en la ionosfera, se genera un campo eléctrico natural que, junto con las corrientes telúricas, las retículas geomagnéticas y otras fuerzas, constituyen el conjunto de las radiaciones de la Tierra.
Efectos de las lineas Hartmann
Estas franjas pueden ocasionar malestares y desequilibrios en la salud física y emocional, cuanto más tiempo permanecemos bajo sus efectos mayores serán sus causas pues debilitan el sistema inmunológico. Esta energía puede incidir sobre nosotros sin que lo sepamos, puede que alguna coincida sobre la cabecera de nuestra cama y su efecto es el insomnio, como efecto más simple. Los lugares «alterados» por energías pueden interrumpir el sueño; los niños son especialmente sensibles e intentan evitar estas energías durmiendo en un extremo o atravesados en una esquina de la cama. Un truco para evitar o neutralizar esta energía en el dormitorio es usar materiales aislantes como por ejemplo madera, lana o el bambú.
Este exceso energético provocado por la sobre exposición a las energías telúricas o geopatógenas es liberado por el organismo humano de muy diversas formas. Generalmente la hiperactividad y el nerviosismo son las más corrientes, por contra, las personas más tranquilas que no exteriorizan su tensión o no la descargan suelen verse afectadas por dolencias internas más o menos graves.
Los peores lugares son aquellos donde las redes de Hartmann cruzan una falla o una veta de agua o río subterráneo.
Pueden incluso afectar y destruir nuestro campo magnético individual y protector personal de cada uno. El organismo tiene la suficiente capacidad descompensar las perturbaciones pasajeras que puedan causar un campo magnético externo desarmónico, pero si queda expuesto un tiempo muy prologado a las influencias energéticas nocivas de un campo más fuerte, entonces las células se despolarizan y ya no trabajan en relación armónica, produciendo así desorden en el organismo, notándose físicamente sus efectos en el cuerpo humano.
Curiosidades:
Durante la noche la Tierra descarga las radiaciones solares y cósmicas que ha absorbido durante el día. Entre las 2 y las 4 de la mañana se constata un fuerte incremento en la intensidad de las líneas Hartman, razón por la cual hay gente que suele despertarse a esas horas.